domingo, diciembre 19, 2010

El futuro no es lo que era 1ª Parte

Poquito a poco y sin mucho ruido, vamos dando carpetazo a la primera década del tercer milenio, Dicho así parece ficción cronológica y a la vista de como anda actualmente el patio mundial, se diría que estos años del nuevo siglo sólo  han sido un funesto remedo de la espantosa vigésima centuria, poco ha cambiado.
Superada aquella etapa de recelo provechoso llamada "guerra fría" parecíamos entrar en una nueva era de pacíficas relaciones internacionales que comenzaron a hacerse añicos aquel 11-S de infausto recuerdo. El tradicional enemigo comunista había mutado en una pléyade de falsos exegetas coránicos dispuestos a inmolarse en el corazón del imperio. Occidente se levantó en armas contra una tropa de fanáticos iconoclastas, traficantes de opio que campaban impunemente por Afganistán sometiendo al pueblo con leyes medievales y que se habían convertido en guardianes del cabecilla yihadista Bin Laden.
Aprovechando aquel momento de confusión y ficticio enfrentamiento entre religiones, un grupo de influyentes políticos americanos decidieron de forma ilegal y convenciendo a sus paisanos y a los "buenos amigos" foráneos de ir contra un sátrapa moderno que en Iraq atesoraba demasiado petróleo bajo sus pies. Ganaron los que siempre ganan con estas cosas y perdió, como también suele ser habitual, la población civil de ambos países. La credibilidad en defensa de causas justas quedó gravemente vapuleada.
Y en esto llegó Obama, un soplo de renovado viento de Chicago, un Kennedy negro tan lleno de esperanzas y promesas y tan magros resultados como el irlandés. Otro estrellado contra el sistema.
Tan distraídos estábamos con los cambios que se nos pasaron por alto unas cuantas irregularidades en el sistema financiero mundial. La tentación del dinero fácil propició la previsible tontuna del consumo desenfrenado, hasta que un día los cocineros de este desaguisado se echaron las manos a la cabeza mientras gritaban que ellos no habían sido y que necesitaban mucho más dinero para hacernos a todos menos pobres. El hostiazo ha sido tan morrocotudo, que nos ha hecho plantearnos la viabilidad del proyecto capitalista tan incuestionable hasta el momento. La convalecencia será larga y traumática.
El decenio pone su broche de oro con las filtraciones de Wikileaks, un inesperado torpedo a la línea de flotación de la clase dirigente mundial del que todavía se está haciendo balance e intentando inútilmente controlar los daños. El saber que la clase política internacional está formada por una tropa de fulleros de salón sólo constata la veracidad de nuestras peores sospechas y nos da la excusa perfecta para buscar nuevos gobernantes que nos saquen de la condición de eternos estafados.

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