De todo el asunto de las revelaciones de Wikileaks no deja de llamarme la atención la forma en que se han producido dichas filtraciones, dejando su análisis y posterior difusión en manos de cinco prestigiosos medios de la prensa escrita internacional, a saber The New York Times, El País, The Guardian, Der Spiegel y Le Monde. Se me ocurren varias razones por las que la información desvelada, de fácil acceso y comprensión para el ciudadano medio, tuviera que ser pre cocinada y lanzada en refritos convenientemente dosificados a la opinión pública. O bien Wikileaks buscaba el refrendo y la complicidad de los profesionales de la prensa, pretendía repartir responsabilidades o simplemente no se fiaba de la capacidad de la gente común para digerir sus contenidos en crudo. Los documentos originales son de una claridad meridiana y sólo precisan de un orden en cuanto a su procedencia y cronología para tener una comprensión ajustada de los mismos. Sea por cosmética, por pedagogía o por seguridad, el caso es que vuelven a dejar que alguien nos tamice la información y nos la sirva en cómodos plazos. Conviene también saber que dichos medios informaron diligentemente al Departamento de Estado norteamericano antes de empezar a publicar nada y éste se encargó de prevenir a los diferentes gobiernos "amigos" acerca de las futuras publicaciones.
Este nuevo tipo de periodismo deja en muy mal lugar a la prensa convencional por lo que todos aquellos periodistas que se arroguen algún mérito al respecto, deberían hacerlo como bienintencionados purgantes.
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