lunes, mayo 24, 2010

Pero, ¿que coño pasa aquí?

Ayer, en un alarde de esa esencia carpetovetónica que nos es tan propia, la mayoría de la prensa nacional, salvo honrosas excepciones, nos hizo desayunar con la impactante imagen de un torero al que un cuerno ensartaba limpiamente por la quijada. En sí mismo, eso no debería ser sino el reflejo del mal gusto y la falta de imaginación de los responsables de hacer las portadas, pero, haciendo un doble tirabuzón interpretativo y a pesar del repeluzno causado, mi mente buscó en el imaginario "propiamente colectivo" y se topó con el Gernika; cuernos y cuellos que devienen en pura alegoría del momento crucial. Tengo la impresión de que, asociando libremente los cuernos con la crísis, quisiéramos decirle al mundo que ni en momentos tan comprometidos vamos a rendirnos. A sabiendas de esa capacidad de sanación sobrenatural de los toreros, parce como si en realidad, le estuviésemos poniendo un fin simbólico a la crisis. Aparicio aparecerá pronto riendo a mandíbula batiente y todo concluido. Nada nos espanta.

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